Jueves, 11 Marzo 2021 21:15

"Bastó conversar con la EDU para derribar mitos"

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Que lo iban a sacar a la fuerza, que le iban a pagar muy poquito, que eso no alcanzaba para nada y que ¡cómo iba a perder el patrimonio que con tanto esfuerzo había conseguido! Cuando Guillermo León Yepes Betancur supo que el apartamento que tenía en el cruce de las avenidas San Juan y La 80 era uno de los que la Alcaldía de Medellín tenía que comprar para desarrollar las obras del corredor vial que servirá a la futura Línea E del Metro, los comentarios de los vecinos, de tanto repetirse, rápidamente se volvieron mitos que le daban vueltas y vueltas en la cabeza. Pero bastó solo una conversación con el equipo de profesionales sociales de la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU), que opera el proyecto, para empezarlos a derribar uno a uno.

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Guillermo y Carlos en su antigua vivienda sobre calle San Juan

Normalista, maestro por alrededor de 50 años y recientemente pensionado, Guillermo León vive bajo una premisa que nadie le enseñó en las aulas pero que siempre transmitió a sus estudiantes: “El bien general prima sobre el bien particular, solamente que a veces se nos olvida”, asegura. Por eso, cuando supo que la línea del metro que recorrerá la avenida 80 se haría realidad, sintió el deber ciudadano de aportar, aunque antes de conocer la gestión predial que hace la EDU los temores no faltaron.

Él no vivía en el apartamento, lo tenía arrendado a una pareja de pensionados y eso se sumaba a sus preocupaciones. “Tengo un conocido que trabaja como contratista de una empresa pública y él me aseguraba que con lo que me iban a dar por el apartamento, no me iba a alcanzar para nada. Pero no era cierto. Cuando vi la oferta que me hizo el Municipio de Medellín me pareció muy razonable y la gente de la EDU siempre estuvo dispuesta a despejar cualquier duda”, reconoce. Pero quedaba otro asunto por resolver: ¿qué hacer con los inquilinos?.

Cuando hace tres años Guillermo León compró la propiedad, Carlos Parra y su esposa Margarita Salazar ya vivían allí. “El apartamento se lo adquirí a un amigo mío, abogado, que conocí en uno de mis viajes a Santa Marta, donde voy frecuentemente porque me encanta su ambiente y su gente. Él me dijo que ya tenía unos inquilinos, muy buenos, muy cumplidos, muy serios y cuidadosos, entonces eso me dio confianza. Cuando me les presenté como el nuevo dueño, ellos me dijeron que querían quedarse y yo les respeté las mismas condiciones, el mismo canon de arrendamiento”.

Esos tres años sirvieron para que la confianza entre propietario e inquilinos se afianzara, a tal punto que si Guillermo León quería hacer mejoras en la propiedad, solo ponía la plata, mientras que Carlos y Margarita se encargaban de conseguir la mano de obra y supervisar los trabajos. “Se portaban realmente como si fueran ellos los propietarios, siempre estuvieron dispuestos a colaborar con todo”, admite el maestro. Por eso, cuando llegó el momento de venderle a la Alcaldía, lo último que quería era perder como arrendatarios a quienes ya consideraba sus amigos.

“Le dije a Carlos: traten ustedes de buscar un apartamento a su gusto, por acá cerca, que se acomode a sus necesidades, a ver si yo alcanzo a comprarlo porque quiero que se queden en él”, fue la propuesta que lanzó Guillermo, con una generosidad que aún le cuesta reconocer. “Es que no es tan fácil encontrar excelentes inquilinos como ellos…”

Para Carlos, la oferta de su arrendador fue la mejor opción: “Yo me vine a caminar con el perro y aquí, a una cuadra del otro apartamento, encontré esta urbanización que se llama Los Pinos y le pasé a don Guillermo el dato de uno que vi desocupado. A los pocos días me entregó la llave”. Y es que él y su esposa, también pensionados, hoy valoran la tranquilidad por encima de todo. La urbanización a la que se mudaron, rodeada de zonas verdes, les ofreció un ambiente sereno que no esperaron encontrar a pocos metros de las principales arterias viales del occidente de Medellín. “El cambio fue enorme. Encontrar este lugar es como llegar al cielo. Con lo que don Guillermo vendió el apartamento anterior se pudo comprar éste y acá tenemos cancha de fútbol, gimnasio, senderos peatonales, vemos pajaritos por todas partes y llegan a cantar a nuestras ventanas, esto es una gloria, una maravilla”, cuenta.

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Carlos y Margarita disfrutando en familia del nuevo espacio 

El nuevo espacio también requirió adecuaciones que Guillermo León estuvo dispuesto a hacer. “Ellos tienen una empleada doméstica. Como son ya pensionados, la empleada les ayuda mucho en todas las tareas del hogar, pero la habitación para ella no tenía baño. Lo que hicimos fue adecuarlo para que todos pudieran estar cómodos. Gente como ellos se lo merece”, relata el propietario, mientras ve con satisfacción cómo su antigua propiedad hoy se transforma en parte del intercambio vial de la carrera San Juan con la avenida 80, uno de los siete que se construirán en el corredor de la futura línea del Metro y que alcanza un avance del 13 %, con 11 de 16 pilotes en construcción y 448 metros cúbicos de concreto ya vaciados en la losa superior del puente elevado.

Carlos, por su parte, da fe de las bondades del proceso de gestión predial que se hace en cada obra pública y agradece a Dios por haber dado con un arrendador como Guillermo León. “Es mentira que con lo que se vende una casa o un apartamento no se compra nada, aquí se compró mucho mejor, tenemos más comodidad, más seguridad y solo nos queda gratitud con la Alcaldía de Medellín, la EDU y por supuesto don Guillermo, que siempre creyó en nosotros y es una bella persona. Ver uno que tiene la confianza entera de alguien como él, que nos dio la posibilidad de escoger dónde queríamos vivir y que eso se materialice es como estar viviendo un sueño”.

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